miércoles, 10 de noviembre de 2010

Y cuando lo veía y lo tenía en frente de mí, recaía en mí su mirada indefensa. Y volvía a creerle, volvía a estrellar mi cerebro contra su inocencia, y volvía a adueñarse de mí. Cómo pude cometer semejantes estupideces? Cómo no pude controlar mis impulsos? no lo sé, no pude.. Porque lo quiero, y porque me siento merecedora de las culpas que él me otorgaba, me sentía responsable por lo que le había provocado, e inconcientemente juraba con mis actos, que iba a recuperarlo. Pero él solo hacía lo que quería. Aparecía y desaparecía de mi vida mágicamente. Cómo resistirse? Quien podría? Si tan solo con su apariencia feliz, con su sonrisa, yo quedaba idiotizada. Él lo sabía, y manejaba cada uno de los hilos de mi cuerpo para tenerme siempre cerca. El me decía una y mil veces que era su princesa. No podía rechazarlo

No hay comentarios:

Publicar un comentario